Propone encontrar repuestas en la ecología social y el municipalismo libertario, sin reproducir los marcos estructurales del nacionalismo y la mundialización capitalista. A partir de los ejemplos de Chiapas, del Rojava y también de la revolución española de 1936, se trataría de volver a retomar fuerza para actuar aquí y ahora. Esta capacidad revolucionaria, «a la vez compleja y coherente, perspicaz sin ser dogmática» demuestra que la «catástrofe ecológica es el lógico resultado de desajustes sociales» acelerados por un capitalismo predador y que la herramienta la más adaptada para remediarlo es “la autogestión de todo lo que nos incumbe en el día a día”.